Con ocasión del evento gastronómico Hokol Vuh 2024, que reúne en Yucatán a chefs de distintos países, se abrieron posiciones de trabajo para jóvenes de las comunidades mayas. Tres de los jóvenes elegidos formaron parte del programa Baktún, que tiene una duración de dos años. El programa, que fue diseñado por TAE siguiendo la metodología dia (Desarrollo de la Inteligencia a través del Arte), está orientado a guiar a los jóvenes hacia el redescubrimiento de su patrimonio cultural, la puesta en valor del mismo y la generación de estrategias creativas para la salvaguarda del legado maya.
Antonio Gómez Euan tiene veintiséis años y fue uno de los elegidos. Salido del programa, nos explica cuál fue su papel como joven mediador y promotor cultural en Hokol Vuh, y reconoce que este trabajo es un fruto de haber sido sensibilizado y capacitado en Baktún, porque la tarea de este trabajo fue hacer posible que terceros tuvieran una experiencia directa de lo más significativo de las comunidades mayas.
Al inicio, como muchos otros jóvenes, nos cuenta Toni, no había desarrollado una sensibilización hacia su propia lengua, o hacia la importancia de su cultura y el valor que tienen los adultos mayores en su comunidad. Éstos últimos fungen como guardianes de historias y saberes ancestrales. La experiencia de seguir el programa Baktún y la convivencia con otros jóvenes mayas que también siguieron el trayecto pedagógico, le fue guiando desde una visión de la importancia del desarrollo socio emocional hasta el emprendimiento social.
Cuando le preguntamos, cuál fue el papel fundamental de los jóvenes Baktún durante este evento gastronómico, Toni nos respondió: “el poder compartir las costumbres de las comunidades, y hacer descubrir a otros el origen tan solemne que tiene para nosotros, cada producto con que iban a cocinar”. Para él, la comunidad siempre está involucrada en el origen y la recolección o cosecha de los productos locales. La miel de Xcanchacan, o la sal y pesca de Celestún, son tan importantes como la milpa, que reúne saberes de cultivo estacionales, y que permite a las comunidades subsistir a partir del trabajo de la tierra.
Dentro de la cocina contemporánea, cada vez se habla más de productos locales y de su origen. Se busca la calidad, la especificidad, y la posibilidad de hacernos conocer otras especies. Para las comunidades mayas, el respeto de la naturaleza y los haceres ancestrales, están integrados en el día a día, y cuando las abejas no producen tanta miel, la miel permanece en el panal. Esto nos habla de un respeto delicadísimo por el mundo natural, y también del conocimiento de los ciclos.
Cuando la pregunta es, ¿qué es lo que más les sorprendió de los cocineros extranjeros?, Toni reconoce la capacidad que tienen de experimentar casi como niños: jugar, arriesgar y descubrir sin límites. De esta forma, los cocineros enseñaron y recibieron humanamente, acompañados y guiados por los jóvenes mediadores.
Pero, ¿qué tarea específica está detrás de este intercambio? Sandra Arguelles y Yamily Hu, que son las otras dos jóvenes de Baktún que participaron en Hokol Vuh, explican cómo desarrollaron algunos elementos y principios pedagógicos de la metodología dia en este terreno del trabajo.
Sobresale la elaboración de narrativas, lideradas por los jóvenes de Baktún, pero sustentadas por las prácticas milenarias de su legado maya. En pocas palabras, una de las grandes tareas de los jóvenes Baktún durante Hokol Vuh, fue el trabajo intenso de escucha y preparación en las distintas comunidades, para acoger a los distintos chefs.
Este trabajo consistió en gran parte, en entender qué es lo que cada comunidad quiere dar a conocer -en este caso, a cocineros de paralelos tan diversos. Los chicos escucharon atentamente a los adultos de sus comunidades, y fueron capaces de decantar las narrativas que ellos mismos querían compartir hacia afuera. Esta tarea no tiene nada de ordinario, pues solo es posible tras entender de fondo, quiénes son los que forman la comunidad y cuáles son sus valores fundamentales; también consiste en proponer estrategias narrativas para comunicar esos valores en vista de protegerlos; y finalmente reclama el trabajo creativo de resignificación de lo que históricamente es importante para ellos y sus pares.
Sandra nos comparte algunas líneas de este esfuerzo bien logrado: “Antes de comenzar a trabajar la milpa, nosotros tenemos que pedir permiso… estos rituales los hacían nuestros antepasados, y hasta la fecha los seguimos realizando… Pertenecemos a un grupo de productores custodios de maíces nativos, y para nosotros las semillas y todos los productos que trabajamos son el sustento…”
Los jóvenes Baktún también están conscientes de que cada jóven que ha participado en el programa, ha recibido una formación que le permite desarrollar estrategias para presentar de forma universal lo que para todos ellos es identitario. Por eso mismo, saben que una parte importante del trabajo para la transmisión adecuada de saberes culinarios y naturales, artesanales y ancestrales, requiere no solo ingenio sino el vínculo estrecho e inmediato con sus pares y las comunidades. La mediación adquiere así una nueva nota, pues los cocineros extranjeros no se limitaron a disfrutar la gran diversidad de frutos y plantas de la región, sino que también se convirtieron en receptores de una narrativa joven sobre el legado ancestral maya.